«Tila Shock» es uno de los 6 proyectos impulsados en el Laboratorio de Innovación Ciudadana (LABIC), celebrado el pasado mes de noviembre en Perú con el objetivo de avanzar en seguridad alimentaria en Iberoamérica.
A través del shock térmico, la iniciativa aumenta, durante dos minutos, la temperatura del agua a 40 grados, una técnica que permite que la tilapia mejore la producción de huevos para su reproducción, evitando así el uso de hormonas y químicos.
Dicha tecnología ayuda a reducir costos de producción y mejorar la calidad de este pescado de agua dulce rico en proteína y potasio.
La idea surgió durante la pandemia de la covid-19 en un centro piscícola en el departamento de Cajamarca, en Paraguay, cuando las restricciones de circulación a nivel mundial provocaron una escasez de las hormonas necesarias para la reproducción de tilapias.
«Cuando surgió la pandemia, era muy difícil conseguir la hormona necesaria para la producción de semillas (huevos), ya que la mayoría proviene del extranjero e incluso del contrabando. Entonces decidimos buscar la opción de masculinizar a través de la técnica del shock térmico», explicó la bióloga pesquera Rosa Esther Fernández.
De acuerdo con Fernández, la semilla permitió aumentar la producción de tilapia en un momento crítico, contribuyendo así para mejorar la seguridad alimentaria en la región.
«Pudimos sacar raciones de 180 gramos para que pudieran consumir los niños, las poblaciones vulnerables, asilos, comunidades nativas… Nos permitió seguir avanzando y para mí, eso es la seguridad alimentaria», agregó.
Durante el LABIC de Perú, el equipo exploró varias vías para impulsar el proyecto, entre ellas cómo realizar la transferencia de tecnología y conocimiento a las piscigranjas familiares de las zonas rurales de selva alta y baja.
Sobre LABIC Perú
Además de la semilla de tilapia ecológica, durante el LABICPE fue presentada solución que busca mejorar la situación socioeconómica de la comunidad indígena peruana de Yumi a través de los cultivos de piña o un chatbot que aumenta la vigilancia nutricional de los comedores públicos (todas ellos propuestos por Perú).
También se trabajó en una iniciativa que tiene como objetivo visualizar información de satélites para pronosticar sequías (Paraguay), en unos dispositivos que permiten a pequeños productores medir la calidad del suelo (Colombia) y en una propuesta para aumentar tanto la producción local de legumbres como su consumo interno para mejorar la calidad nutricional de las niñas y niños en situación de vulnerabilidad.
El responsable de la división de Innovación Pública y Ciudadana de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), Pablo Pascale, resaltó que «dichos proyectos son importantes porque complementan el trabajo que llevan a cabo las instituciones públicas en materia de seguridad alimentaria, pero lo hacen desde una perspectiva innovadora».
La seguridad alimentaria fue un asunto clave de la última Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Santo Domingo, República Dominicana. Durante la cita fue aprobada la «Ruta Crítica para la Seguridad Alimentaria, Incluyente y Sostenible en Iberoamérica», un instrumento que busca ahondar en un problema que afecta a cerca de 55 millones de personas en Iberoamérica: el hambre.
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