El Programa de Desarrollo en Apoyo a la Construcción del Espacio Audiovisual Iberoamericano, Ibermedia, celebra su 10º aniversario haciendo lo que mejor sabe: promocionando el cine de Iberoamérica en el mundo. Muestra de ello es que entre el 14 y el 30 de noviembre el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) acoge una importante retrospectiva de 15 películas financiadas por este programa iberoamericano.
Desde su creación, Ibermedia (PDF) ha aumentado los países que lo conforman (de 7 a 17) y cada vez son más los proyectos e iniciativas que se llevan a cabo bajo su auspicio. Todo ello, sin duda, gracias al talento del cine iberoamericano, al apoyo presupuestario de los países, y a la profesionalidad, compromiso, rigurosidad e ilusión de su unidad técnica.
En este marco de celebraciones, conversamos con la directora del programa, Elena Vilardell, quien hizo un balance del programa desde su creación.
P.¿Cómo surgió la retrospectiva de Ibermedia en el MoMA?
R.Fue una casualidad. Al principio pensamos en el Lincoln Center, porque lo del MoMA lo veíamos imposible. Pero aún así decidimos presentar el proyecto (…) y la verdad es que tuvimos mucha suerte, porque justamente uno de los problemas que tenía el MoMA es que no sabían cómo hacer para llegar al cine iberoamericano.
Así, cuando le presentamos la propuesta les apreció fantástica y la acogieron. Además, la persona que lo llevó le puso mucha ilusión al proyecto, y algo que empezó el año pasado, en marzo, o abril, ya es una realidad este año.
Además, la relación con ellos es magnífica. Han puesto todo a disposición, incluso las dos salas y han seleccionado 15 películas cuando normalmente el MoMA hace muestras más pequeñas, y eso ha sido genial.
P. Es una buena oportunidad para que se conozca el cine iberoamericano en Estados Unidos…
R. Si. En esta primera muestra vamos a enseñar lo que hemos estado haciendo; es una retrospectiva de los 10 años del programa y realmente en lo que consistirá es en la proyección de las películas. Además, el evento contará con la presencia de algunos directores emblemáticos iberoamericanos como Pino Solanas, Arturo Ripstein y nuevos directores.
Además, al margen de todo esto, queremos organizar un encuentro con los medios de comunicación y otro con empresas dedicadas a la comercialización; con distribuidores de cine independiente y productores.
P. Se van a proyectar 15 películas, ¿cuáles fueron los criterios para su selección?
R. En la selección que hizo el MoMA se usaron varios criterios: el primero y fundamental, la calidad de las producciones; después, que hubiera el mayor número de países representados; y tercero, que una parte muy importante fueran estrenos en Nueva York.
En total, hay 11 países representados en la retrospectiva, de los 17 que componen el programa aunque 3 de ellos, los últimos en incorporarse, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana, aún no han participado en los proyectos. Con lo cual son 11 de 14.
P. Ibermedia cumple 10 años, ¿qué valoración hace de los objetivos iniciales 10 años después?
R. Creo que una de las cosas buenas que tuvo el programa es que arrancó con unos objetivos claros y pequeños, a su medida. En sus inicios su principal objetivo era poner en marcha un mecanismo anquilosado, como era el sistema de la producción.
En la mayor parte de los países, en 1998 había gente que sabía de cine, pero estaba fundamentalmente dedicada a la publicidad y se intentó volver a hacer películas de calidad: era empezar a hacer cine, con un cruce de dinero, técnicos, actores, y por supuesto, con un trasfondo político, base de la cooperación iberoamericana.
La idea era crear un territorio iberoamericano donde el trasiego de un país a otro fuera de lo más común, y eso claramente se logró.
Empezó así la coproducción, una de las bases del programa Ibermedia, que obliga a que las producciones se estrenen, al menos, en dos países, que hayan actores y técnicos de dos países como mínimo. Hoy esto se ha convertido en algo habitual dentro de la filmografía iberoamericana.
De las primeras convocatorias hay películas de muy alta calidad, emblemáticas. Del año 2000 es la película de Lucrecia Martel, “La ciénaga”; “Lista de espera”, de Juan Carlos Tabío; la opera prima de María de Medeiros, “Capitanes de Abril”. Uruguay entró con una película como “En la puta vida” de Beatriz Flores, quien hizo una de las mejores taquillas del cine uruguayo. Y la verdad es que poquito a poquito el programa fue creciendo.
Esos objetivos 10 años después se están cumpliendo, aunque se falla en la distribución y la exhibición. Ahora bien, aunque los objetivos se han cumplido y el programa ha crecido considerablemente (de 7 países en un comienzo hemos pasado a 17, hay dos convocatorias al año) hay un problema: la falta de fondos y que se hacen exigencias a nivel político que no figuran entre los objetivos de Ibermedia.
P. Ibermedia concede ayudas en cuatro modalidades: producción, desarrollo de proyectos, distribución y formación de profesionales, ¿en qué consiste cada una de esas ayudas y qué proyectos se llevan a cabo en cada una de las modalidades?
R. Formación: La modalidad de formación es la que más ha cambiado, porque al principio se daba a personas físicas, pero no funcionaba bien, así que le dimos la vuelta.
Ahora, el dinero se da a cursos que presentan instituciones especializadas dedicadas a la formación. Nosotros financiamos el curso a cambio de un determinado número de becas.
Uno de los requisitos básicos es que de la gente que acuda a los cursos, el 51 por ciento sea no nacional y puede entrar cualquier persona que sea de un país iberoamericano, no sólo miembro de Ibermedia.
Desarrollo de proyectos: Son ayudas de un máximo de 15.000 dólares que se dan a empresas, ya que una de las constantes en todas las ayudas es que no se destinan a personas físicas. Son películas que están en la fase previa a la preproducción.
Producción: Se basa en la coproducción. La ayuda aquí es de un máximo de 200 mil dólares por película y lo que se pide es lo básico: cesión de derechos de autor y los contratos de coproducción.
Un requisito básico para saber si el proyecto es viable es que al menos el 50 por ciento de la financiación del proyecto esté asegurado, ya sea por medio de un contrato de distribución con mínimos garantizados o con ayudas públicas.
Distribución y promoción: Aquí es donde fallamos, aunque el problema es estructural, lo tiene el cine independiente en general. Estamos buscando soluciones y para ello las autoridades cinematográficas públicas, con apoyo del BID, estamos organizando una reunión con empresas distribuidoras iberoamericanas.
Allí veremos cuáles son las soluciones, tanto desde el poder público como desde el privado, a ver si se puede llegar a alguna conclusión, ver qué hacemos con la parte digital y el papel de las nuevas tecnologías…
P. Uno de los requisitos para que se conceda ayudas a las producciones es que sea una coproducción entre países iberoamericanos, ¿por qué motivo?
R. Políticamente, porque es la forma de crear una región, y por otro lado, porque una coproducción, dependiendo del tema, requiere que se estrene como mínimo en dos países y así se fomenta el cine intrarregional. Ese es uno de los problemas del cine iberoamericano, que cada uno está en su casa, pero no sale, y tenemos la misma lengua, lo único es que tenemos un acento diferente. Tenemos que usar los elementos que nos unen, como es la lengua para que conformemos una región.
P. ¿Cuáles son desde su punto de vista los principales logros de la actividad de Ibermedia este año?
R. Uno de los principales logros es que en las reuniones del programa (donde se discuten cuales proyectos se aprueban y cuales no), el reparto del dinero ya no sea lo básico y esencial, sino que haya temas de fondo como tirar hacia delante y ver las necesidades del programa. Ya somos conscientes de que producimos bien, pero que debemos trabajar sobre algunos de los problemas como el de la distribución.
Hemos logrado crear este año una Comisión de Arbitraje, para solucionar los conflictos que puedan salir de las coproducciones de manera rápida, barata y eficaz. Logramos que países con una cinematografía muy emergente y con una economía bastante reducida estén entrando, como es el caso de Ecuador, Costa Rica, y República Dominicana. La entrada de este último país es un logro, además, porque su cine está muy vinculado a Estados Unidos, y el hecho de que quiera vincularse al tipo de cine que hacemos es un factor destacable.
P. Cree que el programa está teniendo la repercusión mediática y social que se merece?
R. Dentro del medio audiovisual, sí que se conoce el programa; pero a nivel social, no.No le suena a la gente. Para ello se requiere una labor mediática, dinero y alguien que se dedique exclusivamente a eso.
P. ¿Hacia dónde se encamina Ibermedia? ¿Pretende ampliar su campo de acción y financiación?
R. Desde el Programa estamos intentando ampliar nuestro campo de acción, el problema que tenemos, tal y como dije anteriormente, es la exhibición y la distribución. Actualmente estamos preparando un encuentro que servirá para ver cuáles son las soluciones a estas limitaciones y ponerlas en práctica a través de un plan de acción.
Por ejemplo, si hace falta más dinero, por medio de la Secretaría General Iberoamericana buscar más financiación de fundaciones, bancos y demás, pero, eso ocurrirá cuando tengamos un proyecto, algo que presentar.
Por tanto, hay que reunirse, ver si tiene solución, cuál es la solución, montar el proyecto con profesionales y por medio de apoyos políticos solicitar la financiación y conseguirla.
P. De los proyectos que ha aprobado Ibermedia en los últimos 10 años, ¿cuál es, según su criterio, el que mayor repercusión ha tenido?
R. Es que son muchos y depende del matiz que se le quiera dar. Hubo una película “El crimen del padre Amaro” que tuvo una repercusión por todo lo que pasó en México. Ha sido emblemática “La Ciénaga”, porque supuso el cambio generacional en el cine latinoamericano. Pero se podrían destacar muchísimas más, como “El Bonaerense”, de Pablo Trapero o “Machuca”, de Andrés Word.
“Machuca” fue emblemática, porque era la primera vez que en Chile se contaba la tragedia de la dictadura. Hay, además, algo muy significativo: dos películas, “Machuca” en Chile y “Kamchatka”, en Argentina, salieron el mismo año, entre ellas no hubo ningún tipo de contacto, y para empezar los nombres tienen un parecido impresionante. Además, las dos cuentan la misma tragedia en sus respectivos países, pero desde el punto de vista de un niño.
Luego me impresionan los proyectos que a nivel de documental se han llevado a cabo. Destacan “La dignidad de los nadies”, de Pino Solanas; “El Inmortal”, sobre Nicaragua, que es una maravilla; “El último bandoneón” de Alejandro Saderman; “Qué culpa tiene el tomate”, que es un documental de cuatro mercados, uno en la Paz, otro en Lima, otro en Colombia, otro en Brasil. Son cuatro países haciendo un documental con siete nacionalidades.
Por eso es tan difícil decidir cuál es el proyecto de mayor repercusión. Cada uno tiene sus peculiaridades, por eso es muy difícil quedarse con un solo.
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