Columna originalmente escrita para el periódico El País, 08/05/2016
Más de un cuarta parte de la población iberoamericana tiene actualmente entre 15 y 29 años de edad. Son 150 millones de jóvenes que integran la cohorte más educada de nuestra historia y la más sofisticada en sus expectativas políticas, sociales, económicas, ambientales y culturales. A pesar de este hecho un 25% de ellos sufre de total exclusión, ya que no están integrados ni en el sector educativo ni en el mercado laboral.
Atender esas expectativas es un inmenso desafío y una gran oportunidad. 70% de los estudiantes universitarios en América Latina son los primeros en sus familias en asistir a la universidad. Su demanda por puestos de trabajo pone presión sobre nuestras economías, pero es también el mejor activo del que disponemos para enfrentar la actual desaceleración económica y realizar por fin la revolución en la productividad que nos permita ingresar en la era digital y la economía del conocimiento.
Las exigencias de la juventud son también un motor de cambio para mejorar la calidad de los servicios públicos, y construir gobiernos más inclusivos, más abiertos a las propuestas ciudadanas y a sus necesidades. Lejos de pensar en la insatisfacción de la juventud como desestabilizadora, debemos considerarla como una fuerza creativa.
Los jóvenes iberoamericanos comparten ciertas paradojas: su acceso a la educación no siempre se traduce en acceso al empleo de calidad. Su capacidad de expresarse públicamente (en redes sociales, por ejemplo) no siempre se traduce en acceso al poder y posibilidad de promover reformas. La exigencia de inmediatez de esta generación está reñida con los plazos de estos cambios.
Abordar estas paradojas debe ser una prioridad de los gobiernos de la región, tanto por razones éticas como por razones estratégicas. Iberoamérica solo logrará competir con éxito en el mundo globalizado sobre la base del talento, y en particular sobre la base del talento joven.
Por eso desde la Secretaría General Iberoamericana (Segib) hemos venido impulsando iniciativas como la Alianza por la Movilidad Académica (el ‘Erasmus iberoamericano’), que aspira a sumar 200.000 movilidades de estudiantes, académicos e investigadores iberoamericanos de aquí al año 2020. La evidencia demuestra que quienes han participado en intercambios de este tipo se enfrentan a tasas de desempleo más bajas y son capaces de colocarse en mejores empleos. Una educación superior de calidad y la experiencia de navegar ambientes multiculturales son determinantes para asegurar a nuestros jóvenes competitividad laboral.
También promovemos los Laboratorios de Innovación Ciudadana, que se han convertido en un semillero de soluciones generadas desde la ciudadanía para abordar problemas específicos en sus comunidades. El último Laboratorio vio el nacimiento, entre otras propuestas, de una aplicación para el monitoreo comunitario de los criaderos del mosquito del dengue. En octubre celebraremos la tercera edición del Laboratorio de Innovación Ciudadana en Cartagena de Indias (#LabICCo), invitando a los jóvenes a proponer soluciones para la inclusión social y la accesibilidad de poblaciones vulnerables en Iberoamérica.
Necesitamos que la nueva generación disponga de avenidas concretas para transformar la realidad
Necesitamos que las capacidades se encuentren con las oportunidades: que esta generación joven, educada, que hace propuestas, activa, innovadora, disponga de avenidas concretas para transformar la realidad. No en el futuro, no en la próxima década, sino aquí y ahora.
En el mundo está bien distribuido el talento, lo que no está bien construido son las oportunidades. Debemos construir un entramado institucional capaz de escuchar a las personas jóvenes, incluirlas en la toma y ejecución de decisiones, y permitirles el espacio para la configuración del tipo de sociedad en que quieren vivir.
Iberoamérica ha dado pasos considerables en el reconocimiento y la inclusión de la juventud. Somos, de hecho, la única región que dispone de un tratado internacional para los derechos de las personas jóvenes. Contamos con el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ) y con una variedad de iniciativas orientadas a su empoderamiento. Hoy nos corresponde llevar esa trayectoria a la vanguardia de la innovación social y ciudadana.
El futuro de la región está en sus jóvenes y se conjuga en tiempo presente. Así iniciamos el rumbo hacia la próxima XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, bajo el lema “Juventud, Emprendimiento y Educación”. Estamos ante una oportunidad invaluable para promover un amplio diálogo entre generaciones y entre sectores, que nos ayude a fijar derroteros comunes. Para la juventud iberoamericana, no hay tiempo que perder.
See related topics