«El pasado sábado 30 de septiembre participé en el panel titulado El papel de Iberoamérica en la nueva geografía mundial, del Foro La Toja. Fue una buena oportunidad para recordar que, con cerca del 10% de la población mundial, el 7% del PIB de la economía global, y casi el 15% de la superficie terrestre del planeta, Iberoamérica tiene un peso propio que amerita una permanente posición destacada en la comunidad internacional.
La coyuntura actual no hace más que reforzar el papel de Iberoamérica al ponerla en el centro de cuatro de los ejes en torno a los cuales gira la agenda internacional: (1) cambio climático (la región cuenta con más del 40% de la diversidad mundial, un tercio de las reservas de agua dulce, un cuarto de los bosques del planeta, y el mayor potencial para el desarrollo de energías limpias); (2) seguridad alimentaria (América Latina es la principal exportadora de alimentos del mundo y tiene las mayores reservas de terrenos cultivables); (3) migraciones (el desarrollo de una política migratoria común tendría un impacto global) y; (4) la lucha contra el crimen transnacional y el narcotráfico (su éxito dependerá de participación de los países de la región en su diseño e implementación).
Dos razones adicionales aumentan la gravitación de la región.
La primera se relaciona con la importancia que tradicionalmente le han asignado al multilateralismo los países de la región. En efecto, 19 países iberoamericanos forman parte de CELAC y OEA, 2 integran la Unión Europea, 6 son miembros de la OCDE, 2 pertenecen al BRICS y 3 son parte del G20 (se les suma España como invitado). Así, en un nuevo mundo multipolar, en el que las organizaciones multilaterales tendrán más importancia que nunca, los países de Iberoamérica cuentan con participantes a través de los cuales hacer presente y proyectar sus posiciones.
La segunda razón es la capacidad de la región de forjar alianzas con otros bloques o países afines. La presidencia española del Consejo de la Unión Europea demostró ser consciente de este potencial al organizar el pasado julio en Bruselas, tras una interrupción de ocho años, una nueva versión de la cumbre UE-CELAC, que ha servido como plataforma para el relanzamiento de las relaciones entre ambas regiones.
Es importante tener presente que este potencial para forjar alianzas no es sinónimo de una voluntad de alineamiento automático con posturas exógenas. Iberoamérica es consciente de su importancia en la arena internacional y lo que busca son socios que reconozcan y respeten su autonomía en materia de política exterior; aliados con los que construir relaciones horizontales y simétricas y que estén dispuestos a apoyar sus planteamientos en cuestiones tan importantes como la reforma a la arquitectura política y financiera internacional.
Finalmente, no se puede desconocer que el posicionamiento internacional de la región no está libre de desafíos, y que quizás el más relevante sea la dificultad para coordinar posturas y hablar con una sola voz. Frente a este reto la Comunidad Iberoamericana -que ha operado ininterrumpidamente durante más de treinta años bajo los principios del consenso, la inclusión, la cooperación y la horizontalidad- es prueba de que es posible avanzar en la consolidación de posturas regionales (en materias que van desde la protección del medio ambiente hasta la digitalización) y de que el multilateralismo es una herramienta útil para avanzar en el cumplimiento de los objetivos de la agenda 2030″.
Andrés Allamand- Secretario General Iberoamericano
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