Por siglos, la cultura ha sido el alma que canta. Hoy, en pleno siglo XXI, ese canto resuena con un eco nuevo: el de la inteligencia artificial (IA). ¿Pueden convivir el arte humano y los algoritmos? ¿Podremos, como región, garantizar que la IA sea una herramienta que potencie la cultura y no una amenaza que la margine? Estas son algunas de las reflexiones que marcarán el futuro del Espacio Iberoamericano de la Cultura.
Desde la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), queremos acompañar estas reflexiones con la convicción de que la cultura es un pilar central de nuestra Comunidad y de nuestra identidad. Por eso celebramos que uno de los ejes centrales del IX Congreso Iberoamericano de la Cultura sea el impacto de la IA en las industrias culturales. La elección de este tema no es menor: muestra el deseo de Iberoamérica de mantenerse en la vanguardia, en un momento en que el mundo observa con asombro —y no poca inquietud— el avance vertiginoso de esta tecnología.
La cultura iberoamericana, caracterizada por la unidad en la diversidad, se enfrenta hoy al desafío de convivir con una tecnología que promete revolucionarlo todo. En este sentido, como ha señalado el presidente Gabriel Boric, la transformación digital tiene un potencial «emancipador y benéfico«, siempre y cuando vaya acompañada de una profunda reflexión ética y de un marco normativo sólido.
La IA ya está transformando la forma en que creamos, accedemos y preservamos la cultura en Iberoamérica. Sus impactos se extienden desde nuevas formas de expresión artística hasta la democratización de los contenidos ya existentes. Esta tecnología puede reducir barreras para creadores emergentes, facilitar la accesibilidad para públicos diversos y optimizar procesos institucionales. Sin embargo, también plantea dilemas urgentes: desde los derechos de autor hasta la preservación del elemento humano como el eje central de la creación cultural.
En este contexto, la Cooperación Cultural Iberoamericana cobra aún más relevancia. En una región en la que las brechas tecnológicas son aún profundas, el riesgo es claro: que los beneficios de la IA se concentren en unos pocos y que las expresiones culturales de los grupos más vulnerables queden excluidas de la era digital y terminen siendo invisibilizadas. Para evitar este desenlace es hoy más importante que nunca fomentar marcos normativos comunes, compartir buenas prácticas y apoyar políticas públicas inclusivas.
Desde la SEGIB, hemos definido tres pilares para avanzar en esta transformación digital con equidad: (1) garantizar los derechos de nuestros ciudadanos, (2) asegurar el sano funcionamiento de nuestros mercados e (3) impulsar la competitividad de nuestros emprendimientos. Bajo estos principios, consagrados en la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en los entornos Digitales (Santo Domingo, 2022), seguiremos trabajando para que la IA contribuya a democratizar la creación, aumentar el acceso a la cultura, promover la innovación y preservar nuestro patrimonio.
La cultura iberoamericana ha demostrado, una y otra vez, su capacidad de adaptación, resistencia y proyección. En esta tierra, de donde surgieron Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Violeta Parra, no puedo evitar preguntarme qué pensarían de una herramienta capaz de generar poemas, canciones, imágenes, o textos como este, en segundos. Me gusta pensar que en sus respuestas nos recordarían que, incluso en tiempos de máquinas, lo esencial, lo trascendente, sigue siendo profundamente humano.
Y en esa nota quisiera cerrar esta reflexión con unas breves líneas inspiradas por estas grandes figuras de nuestras letras:
La Cultura es el alma que canta,
la IA es el eco que aprende.
Que no nos falte el canto,
ni se pierda el eco.
Frederico Ludovice
Secretario Adjunto Iberoamericano
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