La cooperación entre Ecuador y Colombia para reducir la mortalidad neonatal; el trabajo entre El Salvador y México para impulsar los cultivos sostenibles, o el esfuerzo conjunto de Uruguay y Chile para adaptar la pesca artesanal al cambio climático son algunos de los ejemplos de Cooperación Sur-Sur y Triangular, un modelo en el que los países comparten conocimiento y experiencias para superar desafíos comunes.
Desde 2007, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) sistematiza dichos proyectos en su Informe de la Cooperación Sur- Sur y Triangular en Iberoamérica, un documento que destaca por su rigor, sus valiosos datos y su detallado análisis sobre la cooperación en la región.
“Desde la SEGIB, entendemos que todo avance en términos de medición y de reporte de la cooperación fortalece las capacidades de nuestras instituciones de cooperación. Cuando se cuenta con mecanismos sólidos de reporte como el construido por el Informe de la Cooperación Sur-Sur y Triangular —el cual cumple 15 años—, las instituciones iberoamericanas son más fuertes y disponen de más herramientas para la toma de sus decisiones en su política pública materia de cooperación. No se puede mejorar, lo que no se puede medir”, resalta la Secretaria para la Cooperación Iberoamericana.
De acuerdo con el responsable del Área de Cohesión Social de la SEGIB, Martín Rivero, el documento se ha constituido en un referente a nivel internacional, “no solo por su calidad técnica sino por ser la única región del sur que ha sido capaz de construir un sistema integrado de estadísticas regionales en materia de cooperación”.
La SEGIB, además, articula sus acciones con el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur, contribuyendo a fortalecer las capacidades de los 22 países de Iberoamérica para seguir avanzando hacia el desarrollo sostenible, en línea con la Agenda 2030.
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