El avance en la igualdad no puede producirse sin el reconocimiento de los derechos de las mujeres que pertenecen a grupos excluidos. Sin el trabajo con y para las mujeres indígenas, afrodescendientes, migrantes, o con discapacidad, y, en general, con toda mujer doblemente marginada, será imposible llegar a la paridad.
Se han producido indudables mejoras en el ámbito de la educación, con la incorporación de las niñas a la educación primaria; ha disminuido la mortalidad materna; ha aumentado, aunque sea en menor medida, la participación política de las mujeres; y sin embargo aún hay mucho por hacer.
La mayor incorporación de la mujer al mundo del trabajo en las últimas décadas no ha ido de la mano de una disminución de las brechas salariales y de la calidad de los empleos. La desigualdad es consecuencia del papel que todavía la sociedad asigna a la mujer, basada en prejuicios y discriminaciones.
En relación a la violencia contra la mujer, los recientes datos conocidos en Europa permiten afirmar que cuanto mayor es el avance en igualdad, mayor tensión se produce entre hombres y mujeres, y ésta desemboca en violencia. Pero sin lugar a dudas la falta de datos exhaustivos sobre la escala y naturaleza del problema coloca a los responsables de la formulación de políticas en una situación de franca debilidad.
El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, del que es parte la SEGIB, se ha convertido en una herramienta de referencia, al ofrecer datos fidedignos sobre los avances y retos pendientes en materia de igualdad y resultados sobre la medición de indicadores sobre las autonomía física, económica y de decisión de las mujeres, con la finalidad de ser de utilidad a los gobiernos a impulsar políticas públicas para el avance en torno a la igualdad.
La Secretaría General Iberoamericana viene apoyando, desde su inicio, el trabajo en materia de igualdad de los Gobiernos de la región iberoamericana, a través del acompañamiento en las Conferencias Ministeriales de Género; fortaleciendo la participación política de las mujeres en acciones de colaboración con organismos regionales y subregionales; sumando esfuerzos para erradicar la violencia contra las mujeres e incorporando el enfoque de género en las acciones de la cooperación iberoamericana.
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