La Agenda 2030: Una oportunidad para los derechos de las mujeres

Momento ideal para consolidar la realización de los derechos de las mujeres.

TRIBUNA

Carmen de la Cruz

Especialista en temas de género, y consultora internacional senior.

Ya han pasado cinco meses desde que la Agenda 2030 – los Objetivos de Desarrollo Sostenible para los próximos 15 años – fuera adoptada por todos los gobiernos en el marco de las Naciones Unidas. El consenso alcanzado se ha convertido en una oportunidad inmejorable para consolidar los logros  en la realización de los derechos de las mujeres,  impedir retrocesos y acelerar los progresos necesarios.

La Agenda ha ratificado un  objetivo específico de  igualdad de género y de empoderamiento de las mujeres señalando, asimismo,  su relevancia para alcanzar los restantes. Dicho objetivo que aborda las barreras estructurales para el empoderamiento de las mujeres incluye compromisos para ampliar las oportunidades económicas de las mujeres,  reconoce y valora la carga del trabajo no remunerado de las mujeres; se compromete a eliminar las desigualdades de género en la educación; la discriminación y la violencia de género, eliminar el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina y garantizar el acceso a la atención de la salud sexual y reproductiva, y a los derechos reproductivos de mujeres y niñas, entre otras acciones clave.

Después de dos décadas de esfuerzos concertados, la reducción de la pobreza de las mujeres y las niñas, y la lucha por la igualdad, siguen siendo cruciales para cualquier agenda de desarrollo

Es necesario recordar  que después de dos décadas de esfuerzos concertados, la reducción de la pobreza de las mujeres y las niñas, y la lucha por la igualdad, siguen siendo crucial para cualquier agenda de desarrollo  De allí que se proponga  trabajar al unísono  políticas económicas, medioambientales y sociales que promuevan trabajo decente para las mujeres, políticas sociales con perspectiva de género y políticas macroeconómicas basadas en derechos. Esto incluye, como se ha señalado,  abordar el trabajo no remunerado doméstico y de cuidados que realizan las mujeres y las niñas – que les priva de tiempo para avanzar en su autonomía económica- , adquirir nuevas capacidades, erradicar la violencia de género,  y participar en la vida pública.

Los gobiernos también se  han comprometido con otra  serie de problemas sociales, económicos y medioambientales que afectan a las mujeres y las niñas tales como: agricultura, energía, biodiversidad y cambio climático,  y paz y seguridad,  ausentes en los ODM.

La Agenda considera, asimismo,  incrementar los recursos, y reconocer  las contribuciones  de la sociedad civil, y las redes y organizaciones de mujeres, así como el papel que jugaron para alcanzar estos resultados. Sin embargo,  y teniendo en cuenta las experiencias pasadas, el desafío estará en el  calado y celeridad de la implementación en los países, y su rendición de cuentas, que requerirá de un fuerte liderazgo de los gobiernos con la plena participación de otros actores, incluidas las organizaciones de mujeres, así como de la disponibilidad de medios financieros y no-financieros. En este sentido sería recomendable que la voluntad política y la capacidad técnica  asegurase, que los nuevos datos e indicadores en los países reflejen las prioridades de las mujeres, por ejemplo, midiendo el cambio en las normas sociales, las decisiones intra-hogares, la fiscalidad, el acceso a servicios, la pobreza de ingreso y tiempo,  o el derecho a la tierra, entre otros.

Las lecciones de los ODM nos mostraron que los objetivos de desarrollo solo son útiles si están vinculados a compromisos claros de los gobiernos para brindar los medios necesarios para su aplicación. Por lo tanto sería necesario despejar algunas de las incógnitas mencionadas anteriormente para pasar de una Agenda declarativa a su aplicación.

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